EL MUNDO le ofrece esta guía práctica para entender el funcionamiento del sistema electoral español y mostrar en qué momento del proceso tienen lugar las dos distorsiones de las que a menudo se le acusa, por la falta de proporcionalidad que provocan y que abren el debate sobre si habría que cambiar o no a otro sistema más equitativo.

¿A CUÁNTOS DIPUTADOS ELEGIMOS?

En las elecciones generales, España se divide en 52 circunscripciones: una por provincia más Ceuta y Melilla. A partir de cada una de ellas se procede a la conversión de votos en los 350 escaños del Congreso. El reparto de diputados por circunscripción se hace conforme a la Ley Orgánica del Régimen Electoral General (LOREG).

Según esta norma, Ceuta y Melilla disponen de un diputado cada una, mientras que otros 100 escaños se reparten por igual entre el resto de circunscripciones (provincias), que tienen asignados dos diputados. Así se favorece la pluralidad política, ya que todas las provincias pueden tener parlamentarios de al menos dos partidos; pero también causa una sobrerrepresentación de las circunscripciones menos pobladas.

Los demás escaños (248) se reparten según la población empadronada. Esto hace que Madrid y Barcelona sean las circunscripciones con más diputados, 37 y 32, respectivamente, y Soria la provincia con menos, los dos mínimos.

 

Una vez calculado el número de escaños en juego, cada partido presenta una lista de candidatos con tantos nombres como escaños se disputan en cada provincia. Estas son listas cerradas: los ciudadanos la votan al completo, sin posibilidad de tachar ningún nombre ni alterar su orden.

¿CUÁL ES EL SISTEMA DE REPARTO DE VOTOS EN ESCAÑOS?

En España se utiliza la llamada ley D'Hondt, que es un sistema de cálculo proporcional creado a finales del siglo XIX por el jurista belga Victor D'Hondt. Además de España, lo utilizan muchos otros países como Argentina, Francia, Bélgica, Finlandia, Irlanda, Israel o Japón.

Al finalizar la jornada electoral, se suman todos los votos a nivel provincial y se reparten los escaños en liza entre los partidos según los votos recibidos siguiendo el método d'Hondt.

 

Aunque el sistema español se define como proporcional, «consta de un alto grado de desproporcionalidad», advierte Dieter Nohlen, doctor en Ciencia Política y profesor emérito de la Universidad de Heidelberg en su libro 'Gramática de los sistemas electorales'.

La causa no es tanto la ley d'Hondt (como muchas veces se atribuye erróneamente), sino la asignación por defecto de dos escaños a todas las provincias. Esta condición, que establece la Ley Electoral, genera una distorsión en la representación y también en la asignación de escaños, como veremos a continuación.

EL VOTO RURAL PESA MÁS QUE EL URBANO

Con el objetivo de que todos los territorios cuenten con una representación significativa y multipartidista en el Congreso, se asignan dos escaños a cada provincia sin atender al tamaño de su población. Esto provoca que las menos pobladas tengan una presencia parlamentaria proporcionalmente mayor.

En un sistema que fuera totalmente proporcional, con un Congreso de 350 diputados, a Madrid le tocarían 49 representantes en lugar de los 37 actuales. Este número resultaría de dividir el total de la población española entre 350. Así se obtendría una nueva 'cuota de reparto' entre la que hay que dividir la población de Madrid. Por otro lado, si aplicamos esta misma 'cuota de reparto' en Soria, esta provincia no tendría ningún representante frente a los dos escaños que tiene asignados actualmente.

La nutrida representación del mundo rural en el Congreso se emplea a menudo para argumentar que el sistema electoral tiene un sesgo conservador.

EN LAS PROVINCIAS 'PEQUEÑAS' SE DESPERDICIAN MUCHOS VOTOS

El tamaño de la circunscripción es clave para entender la falta de proporcionalidad que se atribuye a nuestro sistema. En España 45 provincias eligen menos de 10 escaños. Cuanto más pequeño es el distrito electoral, mayor es la competencia por los (pocos) escaños, ya que solo los partidos más mayoritarios lograrán representación.

El desperdicio de votos a terceros o cuartos partidos debilita la proporcionalidad. Sin embargo, también favorece el efecto concentrador ('voto útil'), lo cual le da mayor estabilidad al sistema al frenar la proliferación de partidos pequeños que podrían atomizar la Cámara.

Fuente: Ministerio del Interior, Junta Electoral y BOE (Ley Electoral).

Información: Alberto Hernández y Elsa Martín.

Visualización: Elsa Martín y Alberto Hernández.

Dirección de arte: María González Manteca y Josetxu L. Piñeiro.

LOS AUTORES DE ESTA NOTICIA SON ELSA MARTÍN Y ALBERTO HERNÁNDEZ. SI QUIERES LEERLA EN EL MUNDO, MEDIO EN EL QUE SE PUBLICÓ EL 30.06.2023, HAZ CLICK AQUÍ